lunes, 28 de marzo de 2011

La chanson de Cardafi

"La chanson de Cardafi", así ha bautizado Carla Bruni la canción que ha compuesto estos últimos días de Marzo, con una letra inspirada en el conflicto libio y una base musical que guarda un inquietante parecido con "Un mundo ideal" de Aladdin. Dentro de poco tiempo la escucharéis de mi viva voz, así que mantened las orejas bien abiertas... Mientras tanto, os adelanto la letra:

Yo te quiero enseñar
Mis planes de dominio
Ven, Gadafi, y déjate por mí aleccionar

Yo te puedo mostrar
Cosas maravillosas
Ven, Gadafi, y déjate llevar a Brunistán

A Brunistán
Un mundo en el que tú y yo
Podamos decidir quién ha de vivir
Sin OTAN que lo impida

A Brunistán
No dejaremos de luchar
Aunque ya comprendí que junto a ti
El burka nunca me podré quitar

¡El burka no podré quitar...!

Fabulosa visión
Sentimiento divino
Voy volando hacia Libia
La futura Brunistán

A Brunistán
-Gadafi, espera allí-
Reserva un tanque para mí
Seré tu Napoleón, sin barrigón
Pero con gran encanto seductor

A Brunistán
-Cada día un atentado-
Habrá una ley del buen morir
-Sarkozy empalado-
Un mundo para ti, para los dos
Llévame ahora a Brunistán

A Brunistán
A Brunistán

A oprimir
A humillar

A abatir
A dominar

Tú junto a mí...

viernes, 25 de marzo de 2011

Coños y calvas

La cosa se ha puesto seria desde que mi novio me roba la Wilkinson Quattro for Women Bikini para dejarse la cabeza más pelada que el chocho de una muñeca. Ahora tengo el mío con más trenzas que barbie Rapunzel. ¿Qué puedo hacer?

miércoles, 9 de marzo de 2011

Dejad que la mujer se travista


He aquí mi disfraz de Carnaval. La noche del sábado fui Álvaro de Campos, con mi fedora gris y mi bigote gris, pero al llegar el domingo sentí “um supremíssimo cansaço, Íssimo, íssimo, íssimo, Cansaço...”, bostecé, ajusté mis quevedos y hablé como Ricardo Reis. Fui Ricardo Reis todo el domingo y parte del lunes hasta que, en la soledad del retrete, reflexioné, “Estás só. Ninguém o sabe. Estás só. Niguém o sabe”, y Alberto Caeiro me respondió, “Pensar é essencialmente errar”, desde el espejo del baño. A partir de entonces ya no fui más Ricardo Reis porque era Alberto Caeiro que sabía que Bernardo Soares llegaría el martes a medio día. Y ocurrió. Viví como Bernardo las siguientes doce horas. No obstante, cuando me preguntaron "¿de qué vas disfrazada?" les respondí: voy de Pessoa. ¡Jódete, Ingmar Bergman!